Reseña por Gabriel Quintana
Causas
sociales y políticas del Romanticismo
El progreso desde
finales de la Edad Media se basaba en una concepción de la economía
como capitalista: separación del capital del trabajo así como la
organización comercial de la producción de mercancías. Pero es a
finales del siglo XVIII donde la racionalización y mecanización de
la producción de mercancías entra ahora en una fase decisiva de
desarrollo, en la que el pasado se liquida completamente.
El abismo entre el
capital y el trabajo se hace insalvable y del poder del capital, por
un lado, y la opresión y la miseria de la clase trabajadora, por
otro, alcanzan un grado tal que hacen cambiar toda atmósfera de la
vida de la época. Por viejos que sean los comienzos de esta
evolución, a fines del siglo XVIII surge un nuevo mundo.
Necesidades de
consumo y de producción generan una despersonalización del trabajo
y la concentración de la clase trabajadora en las ciudades
industriales y su dependencia de los mercados laborales,
aparecen condiciones más duras y formas de vida menos libres. La
sociedad pierde su antigua diferenciación de clases profesionales, y
la nivelación, especialmente en los estratos más bajos, es
estremecedora. Artesanos, jornaleros, campesinos desposeídos y
desarraigados, trabajadores hábiles e inhábiles, hombres y mujeres
y niños: todos se convierten en meros peones de gran factoría que
funciona mecánicamente y está reglamentada como un cuartel. La vida
pierde estabilidad y continuidad; todas sus formas e instituciones se
desplazan y permanecen en movimiento.
De esa forma surge
como reacción a este estado de situación social, y a su expresión
artística (el neoclasicismo), una corriente de pensamiento que
refrescará el mundo de la política, la filosofía y el arte. Surge
en Alemania, y se derramará por toda Europa y América, lo que se
conocerá como Romanticismo.
Los
prerrománticos y el protorromanticismo alemán
Si
consideramos al siglo XIX como el siglo del Romanticismo,
principalmente la primera mitad, es en siglo anterior donde
observamos los primeros gritos románticos.
Jean Jacques Rousseau anticipa,
en su pensamiento ilustrado, algunos temas de la nueva corriente. Su
pensamiento ilustrado sirve como demostración de la diversidad de
posturas y, si se quiere, de ideologías aparentemente antagónicas
que habitaron el Siglo de las Luces. Destacable es su postura
contraria a Voltaire en la mayoría de los temas (relación
particular la de estas grandes personalidades del siglo XVIII,
referentes antitéticos de la Ilustración).
“El
hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado” (Jean
Jacques Rousseau, “El contrato social”)
“(...)
sería ofender a la vez a la naturaleza y a la razón renunciar a la
libertad por cualquier precio que sea.”
(Jean Jacques Rousseau, “Discurso de la desigualdad entre los
hombres”)
La influencia del pensamiento
rousseauniano se observa en distintos autores que imitan al ginebrino
político del “Contrato social” o al narrador de “Julia,
o la nueva Eloísa”.
“Lo
novelesco seduce las imaginaciones vivas y floridas; lo ramántico
satisface sólo a las almas profundas, a la verdadera sensibilidad.”
(Étienne
Pivert de Senancour, “Obermann”)
El único movimiento prerromántico
surge en Alemania, abarcando, aproximadamente, desde 1760 a 1785. El
mismo tomó el nombre de un drama de Kingler, “Sturm und
Drang” (Tormenta y pasión).
Surgido como reacción a la Ilustración alemana, lanza su grito
contra la razón y la preceptiva. Herder, quien fue uno de sus
teóricos, divulgó las ideas de Rousseau como defensor del estado de
naturaleza frente a la civilización, ensalzando a Shakespeare y a
Ossián como inspiradores modelos literarios. La teoría del genio
escritor toma ímpetu en el movimiento, considerándolo una especie
de titán enfrentado con la misma divinidad. Estos escritores
rechazan los géneros literarios y todo tipo de reglas, exaltan la
libertad y espontaneidad creadora; junto al individuo, adquiere
relevancia la concepción panteísta de la naturaleza . Se
revalorizan las lenguas como expresión de un pueblo y la Edad Media
se convierte en un punto de inspiración.
Destacaremos,
además de Klingler, a Schiller
y Goethe como
principales figuras de este movimiento. La obra de Goethe, “Las
cuitas del joven Werther” de 1774, alcanzó gran éxito y difusión
por toda Europa, poniéndose de moda entre los jóvenes; encarna la
rebeldía del movimiento, defiende el derecho al amor y a la muerte
fuera de las normas de la sociedad. Tanto Goethe como Schiller
evolucionaron hacia posturas más clásicas y rechazaron luego este
movimiento, pero su influencia fue decisiva para el desarrollo del
Romanticismo.
Etimología
El
término “romántico” nos es muy familiar en estos días, pero
debemos tener en cuenta que es una palabra nueva a finales del siglo
XVIII. En una primera instancia, se utilizaba para denominar a todo
aquello que se vinculaba con lo medieval, el término “roman” del
francés definía a un tipo de narración, novela protagonizada por
caballeros, princesas y dragones. De allí evoluciona a un adjetivo,
“romantique”, que señalaba a lo soñador, lo sentimental. En
Inglaterra se adopta el término convirtiéndolo en “romantic”,
lo “emocionante”. Resignificaciones varias derivan en lo
romántico como lo moderno en oposición a lo clásico.
La
corriente romántica
Denominamos
como Romanticismo a la corriente artística que sacudió Europa y
América en el siglo XIX. Hablamos de corriente, y no de movimiento,
ya que sus integrantes no tuvieron conciencia de pertenecer a un
colectivo, con ideales o postulados definidos a los que adhirieron. A
los románticos no los vincula entre sí un manifiesto o declaración
alguna y, en la mayoría de los casos, no aunaron esfuerzos hacia un
fin común. En ese sentido, Julio Cortázar comparaba al Romanticismo
con una constelación de estrellas, las mismas no tienen conciencia
de pertenecer a un conjunto, la vinculación se dibuja desde quien
observa el firmamento y no desde la posición de los astros.
El Romanticismo
toma sus asuntos, y sus colores, no ya de la Antigüedad, sino de la
época caballeresca de la Edad Media y del Renacimiento; literatura
de leyendas y de fe, ingenua y popular, creyente y a veces mística,
artística y pintoresca que quiere reanudar un pasado nacional
idealizado. Los románticos son asimismo los que pasean al lector por
todos los países modernos, en especial por Oriente, los que se
dedican al color local y al exotismo, los que pintan de preferencia
costumbres extranjeras. Estas dos formas de romanticismo externo se
opone conscientemente a lo clásico grecorromano, a su arte sencillo
y armonioso; buscan otras formas de lo bello, que para ellos es
múltiple y diverso, y está hecho sobre todo de color local, de
pintoresquismo, de la sustancia de lo imprevisto y de lo irregular.
El romanticismo
interno es literario a veces, moral otras. El primero desdeña de las
tradiciones, de los géneros y las reglas, imita la libertad poética
y dramática del Renacimiento y sigue inmediatamente los primeros
ejemplos de los iniciadores alemanes e ingleses. El segundo es más
importante. En este sentido, es romántico lo novelesco, lo
apasionado, todo aquello que seduce a la imaginación antes que a la
razón, cuanto desprecia las necesidades ordinarias de la vida
material y social.
La literatura
romántica es audaz, espontánea, personal sobre todo: en ella el
autor se presenta en primer plano, con sus impresiones y
sentimientos; es la literatura soñadora, lírica, mística o
rebelde. Este romanticismo íntimo se opone menos que el otro a los
clásicos regulares, racionalistas, mesurados y respetuosos.
De 1800 a 1850, el
Romanticismo domina en Europa, muy diferente por lo demás, según
los distintos países: medieval y legendario en unos casos, nacional
y católico en otros, exótico y pintoresco unas veces, otras
sentimental y lírico, aliado, en ciertas ocasiones, a la reacción
católica y monárquica, más frecuentemente revolucionario en
política y en moral, siempre emancipado de las formas clásicas.
Características
de la expresión romántica
Subjetivismo
Predominio del
sentimiento que se tradujo en el característico lirismo de esta
corriente. Se realiza la búsqueda interior y la expresión de esa
interioridad en el entorno. De allí que se busquen lugares
solitarios para perderse en sus meditaciones. El ser romántico se
refugió en la soledad y así también se distanció de la sociedad,
acentuando su incomprensión y rechazo del mundo.
El
tremendismo
es
el gusto por la desproporción, lo raro y lo exótico. Se mezcla el
gusto por lo satánico, lo sepulcral, los crímenes horrendos, etc.
Este se vincula con la grandilocuencia
en la expresión de un lenguaje pomposo y brillante, pleno de
hipérboles y metáforas.
Este
subjetivismo exacerbado provocó lo que se denominó como 'el
mal del siglo', un
estado de ánimo que dominó en mayor o menor grado a todo romántico.
Melancolía, nostalgia, tedio, desconsuelo, tormento.
Individualismo
Se hace un culto a
la personalidad. El romanticismo es la rebelión del individuo contra
la masificación social. El “yo” se impone como máxima expresión
de esa personalidad y esa búsqueda, a punto tal que todo lo exterior
es mera representación del yo, su proyección.
Libertad
El
Romanticismo rechaza todo lo que sea regla preestablecida al momento
de crear. La libertad es el gran tema y su obsesión, tema
conceptual que se observa en las obras, y tema estructural al romper
con las preceptivas artísticas de los neoclasicistas. La rebeldía
está presente como forma del inconformismo, ya sea político o con
respecto al arte individual.
Valor
de la naturaleza
La expresión
romántica tiene en la naturaleza uno de sus vehículos principales.
La misma es una proyección del espíritu, un 'espejo del alma'. El
sentimiento se refleja en el paisaje, lo deforma y lo convierte en su
portavoz (paralelismo psicocósmico).
En algunos casos la
relación con la naturaleza se transforma en una forma de panteísmo,
vinculando creencia religiosa o filosófica con el entorno natural
(Dios en todas las cosas).
Evasión
Al no sentirse a
gusto con su época y el lugar en que le tocó vivir, busca evadirse,
ya sea a través de los sueños, ya sea remontándose a un pasado
idealizado o transportándose imaginariamente hacia tierras exóticas.
Imaginación
La imaginación, la
intuición y el instinto son formas de conocimiento relevantes y
principales para el romántico. La pasión por encima de la razón,
los impulsos no racionales marcados por los sentimientos.
Bibliografía
consultada:
“Hist.
Social de la Literatura y el Arte”, Arnold Hauser
“Compendio
de la historia literaria de Europa”, Paul Van Tieghem
“Dicc.
de términos literarios, edit. AKAL”, Victoria Ayuso
ありがとうございます!
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