viernes, 18 de agosto de 2023

Romancero






ROMANCE DEL PRISIONERO
                                             
Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba al albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.



ROMANCE DEL ENAMORADO Y LA MUERTE

Un sueño soñaba anoche
soñito del alma mía,
soñaba con mis amores,
que en mis brazos los tenía.
Vi entrar señora tan blanca,
muy más que la nieve fría.
—¿Por dónde has entrado, amor?
¿Cómo has entrado, mi vida?
Las puertas están cerradas,
ventanas y celosías.
—No soy el amor, amante:
la Muerte que Dios te envía.
—¡Ay, Muerte tan rigurosa,
déjame vivir un día!
—Un día no puede ser,
una hora tienes de vida.
Muy deprisa se calzaba,
más deprisa se vestía;
ya se va para la calle,
en donde su amor vivía.
—¡Ábreme la puerta, blanca,
ábreme la puerta, niña!
—¿Cómo te podré yo abrir
si la ocasión no es venida?
Mi padre no fue al palacio,
mi madre no está dormida.
—Si no me abres esta noche,
ya no me abrirás, querida;
la Muerte me está buscando,
junto a ti vida sería.
—Vete bajo la ventana
donde labraba y cosía,
te echaré cordón de seda
para que subas arriba,
y si el cordón no alcanzare,
mis trenzas añadiría.
La fina seda se rompe;
la muerte que allí venía:
—Vamos, el enamorado,
que la hora ya está cumplida.


EL ROMANCERO (*)
( información general)


La extraordinaria vitalidad que tuvieron en España los cantares de gesta se prolongó hasta bien entrado el siglo XIV, en que se inicia el acelerado proceso de su decadencia de modo que en el siglo XV asistimos a la total extinción de aquellos poemas de largo aliento.

Simultáneamente se produce la aparición de un nuevo tipo de poesía, caracterizada por su brevedad y continuadora, en parte, de aquella tradición épica, pero que forma parte también de la lírica popular algunos motivos y, sobre todo, rasgos de estilo. Nos referimos a los romances 
que circularon activamente en el siglo XV entre el pueblo, hasta que en la primera mitad del XVI un buen número de esas piezas, divulgadas oralmente, se recogen impresas en pliegos sueltos o en cancioneros, mientras muchas otras pervivieron en la memoria popular, transmitiéndose de boca en boca y de generación en generación hasta nuestros días, no sólo en España sino también en Portugal, Hispanoamérica, Filipinas y en las comunidades sefarditas, es decir, de los judeo-españoles expulsados de la península en tiempos de los Reyes Católicos e instalados, entre otras regiones, en el Norte de África, los Balcanes y Asia Menor.


Romances viejos y romances nuevos, siete siglos de romancero


Esos romances primitivos, populares y tradicionales, algunos de los cuales datan del siglo XIV y los más del XV, reciben el nombre de romances tradicionales o viejos. A imitación de estos, los poetas cultos escribieron también romances, llamados nuevos o artísticos, para diferenciarlos de los tradicionales o viejos.

El romancero es, en consecuencia, un género característico de la literatura hispánica y que, nacido en la Edad Media hacia el 1300, lleva más de siete siglos de vida, sin equivalentes en ninguna otra literatura.


Las colecciones de romances


Los romances viejos -que hunden sus raíces en la últimas centurias medievales y que vivieron en la tradición oral del pueblo durante casi dos siglos- fueron popularizados y difundidos por la imprenta en la primera mitad del siglo XVI. Además de los pliegos sueltos que se venían de ocho y dieciséis páginas, que se vendían en las plazas y ferias de toda España, se coleccionaron en obras más importantes, intituladas Cancionero de romances, Silva, Flor, o Primavera de romances, Romancero general y otros similares.


La palabra “romance” 


La voz romance tiene varios significados:

-Se aplica a las lenguas vulgares nacidas del latín hablado. Así el castellano, al igual que el francés, el portugués o el italiano, es una lengua romance.

-Sirvió para nombrar en la Edad Media, de una manera vaga y general, a todo poema narrativo en lengua vulgar, tanto de juglaría como de clerecía.

-Designa, a partir de mediados del siglo XV, ya específicamente a las canciones o poesías destinadas al canto o a la recitación al son de un instrumento, de ritmo octosilábico, rima asonante y breve extensión. Es decir, a las piezas épico-líricos, cuyo conjunto se conoce con el nombre de romancero. Palabra esta última con que se denominan, asimismo, las colecciones de romances.


La forma métrica de los romances


La forma métrica de los romances procede de la versificación de las gestas heroicas. Si bien estos poemas épicos se caracterizaron por el número fluctuante de sílabas, con el correr del tiempo predominó el verso de dieciséis sílabas, dividido por una fuerte cesura en dos hemistiquios de ocho sílabas cada uno. Los romances heredaron ese ritmo de base octosilábica y también la asonancia monorrima de aquellos cantares.

Algunos eruditos se inclinan por transcribir los textos del romancero viejo en versos largos, sistema que muestra más claramente sus orígenes épicos:

Cabalga Diego Laínez al buen rey besar la mano,/
consigo se los llevaba los trescientos hijosdalgo./


Otros, en cambio, siguiendo una antigua costumbre impuesta por la tipografía de los antiguo impresos, convierten cada hemistiquio en un verso aparte, de modo que la asonancia sólo se da en los pares, quedando sueltos o libres los impares:


Cabalga Diego Laínez
al buen rey besar la mano,
consigo se los llevaba
los trescientos hijosdalgo.


Esta última tendencia es la que usaron los poetas cultos del romancero nuevo y la adoptada por los cultivadores modernos del género. De acuerdo con ella las características de versificación de un romance son las siguientes:

-empleo del verso de ocho sílabas;

-rima asonante en los versos pares, mientras los impares quedan sueltos o sin rima;

-serie indefinida de versos.



Un fragmento de poema conservado en la memoria populares


El entronque del romancero con la épica popular no sólo se advierte en su forma métrica, la que se deriva de las gestas, algunos romances viejos no son más que un fragmento de desgajado de un poema épico tradicional y popular.

Cuando en el siglo XIV la poesía heroica entró en decadencia y el pueblo perdió el gusto por por la narración de los cantares extensos, no se desentendió de los asuntos épicos que trataban. Reclamó, de acuerdo con nuevas modas, la recitación aislada de los trozos más felices o de aquellos que habían herido más profundamente su sensibilidad.

Esos versos, desprendidos de un cantar, al hacerse populares cobraron rápidamente vida propia e independiente, y el pueblo los entonó, más o menos fielmente recordados, en sus fiestas y diversiones o en la intimidad familiar. El fragmento, ya un romance, olvidó los lazos argumentales que lo unían al poema del que procedía, para ofrecer una escena aislada y autónoma que, en el trasiego de las repeticiones tradicionales, se fue enriqueciendo y puliendo hasta alcanzar una forma más o menos perfecta que recogió la imprenta o que-prolongada en su vida oral, cantada y popular- siguió moldeándose en el andar de los siglos y de las continuas transformaciones.


(*): Información extraída de Introducción a la literatura medieval española de Francisco López Estrada







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